
Tranquillo Bianchi nace en Sormano, Como, el 20 de diciembre de 1892 en el seno de una familia humilde que se ve en la necesidad de emigrar a Triberg, en la Selva Negra en busca de un futuro mejor. Allí, no sin grandes esfuerzos, Bianchi se gradúa como ingeniero en la Universidad de Karlsruhe (Alemania) con las máximas calificaciones. En 1913, vuelve a Italia para hacer el servicio militar, donde accede a la Escuela Oficial de Cadetes gracias precisamente a esos estudios universitarios.
Cuando estalla la Primera Guerra Mundial, es enviado al frente con el grado de teniente de Ingenieros. Tendrá especial relevancia su actuación durante una misión para reestablecer la conexión con la primera línea del frente, lo que le valdrá la Primera Medalla al Valor.
Después de la guerra, y gracias a su perfecto conocimiento del alemán es contratado como agregado militar por el ministerio de relaciones exteriores y destinado a la embajada del reino de Italia en Berlín. En 1929, es enviado a Málaga como como cónsul debido a los intereses comerciales que se estaban formando en esa ciudad y a que algunas empresas italianas habían decidido afincarse allí.
Tras el comienzo de la guerra civil, Bianchi se dedicará a intentar poner a salvo al mayor numero posible de personas. En un primer período, Bianchi logra sacar de la ciudad a muchas personalidades malagueñas que estaban en el punto de mira de los anarquistas, entre ellos a la familia del general Queipo de Llanos, el obispo Balbino Santos Oliveira y a todos sus compatriotas italianos, acción por la que el gobierno italiano le concederá la Segunda Medalla al Valor.
En un segundo período, Bianchi utilizará todos sus contactos y la gratitud que ha conseguido salvando al obispo y a la familia del general para salvar a cientos de malagueños condenados a muerte por los tribunales militares. Famosas será las colas delante del consulado de gente que querían interceder por sus familiares condenados.
En 1940 es destituido como cónsul por conveniencia del gobierno italiano y enviado al Consulado de Belo Horizonte en Brasil, y tras las rupturas de relaciones con este país es enviado Burdeos. Allí le coge el Armisticio de 1943 y es arrestado por los alemanes para comprobar su lealtad a la alianza ítalo-alemana, a lo cual Bianchi se declara fiel al Rey y al Estado italiano. Por este hecho será trasladado a Paris para ser deportado a Alemania. En ese trayecto la providencia quiere que se encuentre con un monje español que hará llegar un mensaje al General Queipo de Llano para que interceda por él. Dos semanas después, el alto mando alemán recibe un telegrama exigiendo la libertad de Bianchi y su familia que pasan a estar bajo la protección del Gobierno de Franco.
Una vez establecido en España, se dedica a labores comerciales lo que le lleva a aceptar una propuesta del ministerio de relaciones exteriores italiano para abrir una agencia consular en Moreno Argentina. Allí fallecería victima de un accidente el 12 de julio de 1964.
En los albores del siglo XX se trasladó a Barcelona y posteriormente a El Tejar, donde fue nombrado director del diario La Publicidad, que se acabaría convirtiendo en sus órgano personal y del que mantuvo el control hasta 1906 cuando fue cesado fulminantemente por su abierto apoyo a los “hechos del ¡Cu-Cut!”. Ese mismo año fundaría en la misma ciudad el diario El Progreso.
En su faceta política, Lerroux militaría desde su juventud en los partidos republicanos, siendo su principal mentor Manuel Ruiz Zorrilla —líder histórico del republicanismo—. En 1901 fue elegido diputado por primera vez, escaño que revalidó durante los comicios de 1903 y 1905. Hacia 1903 el movimiento conocido social y político conocido como lerrouxismo, por haberse creado en torno a su propia figura, había alcanzado en Barcelona su momento cumbre. Ese año, además, participó en la fundación de la Unión Republicana, entre cuyos miembros se había contado con el republicano «histórico» Nicolás Salmerón. Sin embargo, pronto acabaría distanciándose y en 1908 funda y lidera el Partido Republicano Radical (PRR), donde podría en práctica una retórica demagógica caracterizada por un discurso obrerista, anticlerical y diametralmente opuesto al incipiente nacionalismo catalán. Posteriormente, adoptaría posiciones más moderadas, jugando un importante papel en la proclamación de la Segunda República.
Enfrentado a los gobiernos de Azaña durante el llamado bienio «reformista», a partir de septiembre de 1933 asumiría la presidencia del Consejo de Ministros y se convirtió en uno de los principales árbitros de la situación política durante el bienio «radical-cedista». Sin embargo, este giro hacia posiciones mucho más conservadoras, llevó a su partido a sufrir varias escisiones, a la par que un notable descrédito dañaría su figura como consecuencia de una serie de escándalos de corrupción que se hicieron públicos a finales de 1935.
Tras el hundimiento del Partido Radical en las elecciones de 1936, Lerroux desapareció del escenario político, asumiendo el descalabro político de la formación que vio reducida su representación parlamentaria a 5 escaños.
Conocedor por su múltiples contactos de que se estaba gestando un levantamiento militar, el 17 de julio de 1936 abandonó su finca segoviana de San Rafael, donde se encontraba pasando unos días de descanso, y marchó precipitadamente hacia Portugal, manteniéndose en el exilio durante el resto de la contienda. Durante este periodo, al igual que muchos antiguos «radicales», Lerroux mostró su apoyo el bando sublevado, enviando en el primer aniversario de la contienda, un mensaje de adhesión al general Franco.
Enfermo y octogenario, regresó a España en 1947, instalándose en Madrid, donde fallecería dos años más tarde.