Salvador Vicente Alarcón Horcas nació en Baena el 5 de abril de 1884 y aunque su padre quería que fuese sacerdote se inclinó finalmente por el ejercicio de la abogacía estudiando para ello la carrera de Derecho.
Tras su paso por distintos juzgados de Andalucía y Canarias, archipiélago en el que fue teniente Fiscal de la Audiencia, llegaría a Sevilla, ciudad en la que fue catedrático de la Universidad y miembro del Ateneo. Especializado en el área del derecho laboral, en 1923 asistió al jurista regeneracionista Antonio Rodríguez Martín en la redacción del libro Accidentes del trabajo. Al año siguiente publicó la monografía Protección jurídica del niño pobre en el nuevo derecho internacional. En 1927 daría a imprenta el primer tomo de sus aclamados Comentarios al Código del Trabajo, obra que terminaría de volverse accesible al público en 1929 con la edición de su segundo y último tomo. Ese texto lo convirtió en la máxima autoridad en materia de derecho laboral de la España de la época y en una referencia obligatoria para todo aquel que quisiese abordar el tema.
En 1928 se instaló en Madrid, donde pasó a ser Juez de Primera Instancia e Instrucción del Distrito de la Latina. En febrero de 1934 ascendería finalmente a la magistratura del Tribunal Supremo de Justicia de España, teniendo la responsabilidad de investigar el secuestro de arsenales clandestinos hallados en Asturias, Andalucía y las Vascongadas. Su pesquisa le llevó a tomarle declaración a Azaña y a Casares Quiroga, los líderes del partido Izquierda Republicana. Ese hecho marcaría, sin duda, su tráfico final ya que tras la sublevación militar que dio inicio a la Guerra Civil, el diario madrileño de ideología marxista Claridad publicó que Salvador Alarcón había ejercido dos años antes como juez especial en el sumario seguido contra Manuel Azaña, por su participación en la revolución de 1934. Es muy posible que este hecho motivase su detención por un grupo de milicianos del Frente Popular el 13 de agosto de 1936 y posterior asesinato en la Casa de Campo de la misma capital España .
El magistrado Alarcón siempre se mantuvo fiel a la República y no sería hasta 1949 cuando su figura se reconoció públicamente en Baena nombrándolo hijo predilecto del municipio y dedicándole la calle en la que nació y vivió su infancia