José Gálvez Ginachero nace en Málaga el 29 de septiembre de 1866.

Desde muy pequeño destaca como alumno aventajado en los estudios, y aunque en su juventud se planteará tomar el camino de la orden sacerdotal, será su madre, persona de gran influencia en José, la que lo hará cambiar de opinión y acabará estudiando medicina y concretamente la rama de ginecología. Completará sus estudios en el extranjero y a su vuelta a España, pone su consulta en la capital malagueña.

Por dicha consulta pasarán mujeres de toda clase y condición social y allí conocerá a la que después sería su esposa María Moll Sampelayo, con la que tendría 3 hijos.

En 1893 pasaría a formar parte del equipo medico del Hospital Civil donde desarrollaría su labor médica durante cincuenta y ocho años, destacando sobre todo el cariño y la entrega absoluta que tendrá con todos sus pacientes. En 1923 se hará cargo de la dirección de este hospital mejorando considerablemente muchos aspectos del mismo.

La labor del doctor fue más allá de su labor como médico, ya que fue el artífice junto con Félix Corrales de la creación de multitud de cooperativas agrícolas y de cajas de ahorros en el Valle del Guadalhorce y la Costa del Sol para beneficio de los obreros y campesinos.

En 1923 Primo de Rivera lo nombrará alcalde de Málaga lo que supondrá para él dedicarse en cuerpo y alma a la ciudad. Se rodeó de personajes insignes de la elite malagueña para llevar a cabo un ambicioso proyecto de mejora de la ciudad destacando las obras de saneamiento de la misma y abriendo al tráfico rodado la Alameda principal. Muchos de estos proyectos se llevaron a cabo con su propio dinero ya que se encontró con un consistorio en la más absoluta ruina económica.

En 1926 renunciaría a su cargo como alcalde alegando que esta actividad lo tenia alejado de su profesión.

Seria detenido dos veces de cuyas acusaciones sale en libertad.

Una vez acabada la guerra se dedicará a su labor médica y de dedicación a los más desvalidos y necesitados, colaborando discretamente con la Casa Salesiana, de la que era cooperador, y fundando en Málaga la Escuela del Ave María que daban cobijo y educación a niños vagabundos.

Moriría de cáncer un 29 de abril de 1952, y su entierro será recordado en la capital malagueña por la gran multitud de gente de toda clase social que quiso despedirse de él.

En los albores del siglo XX se trasladó a Barcelona y posteriormente a El Tejar, donde fue nombrado director del diario La Publicidad, que se acabaría convirtiendo en sus órgano personal y del que mantuvo el control hasta 1906 cuando fue cesado fulminantemente por su abierto apoyo a los “hechos del ¡Cu-Cut!”. Ese mismo año fundaría en la misma ciudad el diario El Progreso​.

En su faceta política, Lerroux militaría desde su juventud en los partidos republicanos, siendo su principal mentor Manuel Ruiz Zorrilla —líder histórico del republicanismo—. En 1901 fue elegido diputado por primera vez, escaño que revalidó durante los comicios de 1903 y 1905. Hacia 1903 el movimiento conocido social y político conocido como lerrouxismo, por haberse creado en torno a su propia figura, había alcanzado en Barcelona su momento cumbre.​ Ese año, además, participó en la fundación de la Unión Republicana, entre cuyos miembros se había contado con el republicano «histórico» Nicolás Salmerón. Sin embargo, pronto acabaría distanciándose y en 1908 funda y lidera el Partido Republicano Radical (PRR), donde podría en práctica una retórica demagógica caracterizada por un discurso obrerista, anticlerical y diametralmente opuesto al incipiente nacionalismo catalán. Posteriormente,  adoptaría posiciones más moderadas, jugando un importante papel en la proclamación de la Segunda República.

Enfrentado a los gobiernos de Azaña durante el llamado bienio «reformista», a partir de septiembre de 1933 asumiría la presidencia del Consejo de Ministros y se convirtió en uno de los principales árbitros de la situación política durante el bienio «radical-cedista». Sin embargo, este giro hacia posiciones mucho más conservadoras, llevó a su partido a sufrir varias escisiones, a la par que un notable descrédito dañaría su figura como consecuencia de una serie de escándalos de corrupción que se hicieron públicos a finales de 1935.

Tras el hundimiento del Partido Radical en las elecciones de 1936, Lerroux desapareció del escenario político, asumiendo el descalabro político de la formación que vio reducida su representación parlamentaria a 5 escaños.

Conocedor por su múltiples contactos de que se estaba gestando un levantamiento militar, el 17 de julio de 1936 abandonó su finca segoviana de San Rafael, donde se encontraba pasando unos días de descanso, y marchó precipitadamente hacia Portugal, manteniéndose en el exilio durante el resto de la contienda. Durante este periodo, al igual que muchos antiguos «radicales», Lerroux mostró su apoyo el bando sublevado, enviando en el primer aniversario de la contienda, un mensaje de adhesión al general Franco.

Enfermo y octogenario, regresó a España en 1947, instalándose en Madrid, donde fallecería dos años más tarde.

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