Gerta Pohorylle, conocida como Gerda Taro, nació en la ciudad de Stuttgart (suroeste de Alemania), el 1 de agosto de 1910 en el seno de una familia judía de origen polaco. Fue una pionera en el periodismo gráfico de guerra y junto al que fuera su pareja Endre Friedmann, fotografió al inicio de su carrera profesional con el sobrenombre de Robert Capa, siendo difícil saber que fotografías fueron realizadas por cada uno de ellos.
A pesar de sus orígenes burgueses, desde su juventud formó parte de movimientos socialistas y obreros. Por esto, con la llegada de los nazis al poder y tras haber sufrido una detención en 1933, decidió huir con su amiga Ruth Cerf a París. Sería en esta ciudad cuando un año más tarde conocería a Endre Ernő Friedmann, un judío húngaro que se ganaba la vida como fotoperiodista y con el que inició una relación profesional y de pareja. Sin embargo, la profesión no les aportaba los suficientes ingresos y es por ello que inventan un personaje llamado Robert Capa que, supuestamente, era un reputado fotógrafo llegado de los Estados Unidos para trabajar en Europa y del que ambos se hicieron pasar por sus representantes artísticos. Aquella estratagema funcionó y muy pronto los numerosos encargos que recibieron acabarían con la penuria económica que arrastraban desde que se conocieron.
El estallido de la Guerra Civil hizo que se trasladasen a España para realizar distintos reportajes gráficos que luego fueron publicados en revistas tan prestigiosas como Regards o Vu. Algunas de sus primeras fotografías fueron realizadas en la provincia de Córdoba, entre ellas “Muerte de un miliciano” que acabaría siendo una de las más icónicas que se realizaron durante el conflicto bélico.
Al principio la marca «Capa» era utilizada indistintamente por ambos fotógrafos. Sin embargo, cuando se produjo cierto distanciamiento entre ellos, Endre Friedmann continuó con el nombre de «Robert Capa», mientras que, poco antes de morir, ella comenzaría a emplear la firma de «Photo Taro».
De su trabajo en solitario, el reportaje sobre la primera fase de la batalla de Brunete fue, sin duda, el más importante y el que le aportó un mayor prestigio. Allí puso su vida en peligro para obtener mejores instantáneas y en el repliegue republicano de esta batalla fue también donde encontró la muerte. Gerda se había subió al estribo del automóvil del general Walter (miembro de las Brigadas Internacionales) y en un momento dado, el pánico que produjeron unos aviones enemigos volando a baja altura hizo que cayese al suelo con la mala fortuna de que un tanque republicano acabó arrollándola en medio del desconcierto.
Herida de gravedad fue trasladada al hospital inglés de El Goloso de El Escorial, muriendo poco después, en la madrugada del 26 de julio de 1937, unos días antes de cumplir los 27 años. Al no ir documentada, estuvo a punto de ser enterrada en una fosa común, si bien las gestiones realizadas por parte del hospital permitieron que Rafael Alberti y María Teresa León, dirigentes de la Alianza de Intelectuales Antifascistas de Madrid, la reconocieran y sepultasen dignamente. Su cuerpo fue trasladado a París y enterrado en el Cementerio del Père-Lachaise, con todos los honores de una heroína republicana.
Gerda Taro está considerada la primera mujer fotoperiodista mujer que cubrió un frente de guerra y la primera en fallecer desarrollando este trabajo.