
Eugenio Entrambasaguas Caracuel nace en Priego de Córdoba.
Comerciante de profesión, fue alcalde de Málaga durante dos periodos. El primero de ellos seria desde el 15 de diciembre de 1933 hasta el 13 de octubre de 1934, fecha en la que sería suspendido el ayuntamiento con motivo de las revueltas mineras acaecidas en Asturias. Después de esta destitución, Eugenio abandonará Málaga, dejado una ciudad bajo un estado de guerra y donde habrá detenciones de dirigentes de partidos socialistas y sindicatos, la prensa censurada y los centros de obreros clausurados. Durante el tiempo que estuvo como alcalde, se dedicó a hacer funcionar los servicios municipales y a mejorar la enseñanza creando nuevos centros y mejorando la salubridad de los barrios y de las personas, aunque todo esto quedará en suspenso tras su marcha.
Con la victoria del Frente Popular, estos ayuntamientos serán restituidos y comenzará el segundo período de Eugenio como alcalde que durará hasta la caída de Málaga en manos del ejército sublevado y su posterior detención. En este mandato su principal preocupación será impulsar todos los proyectos que quedaron parados en la anterior legislatura, plan que se verá interrumpido por el alzamiento del 18 de julio de 1936.
Con el inicio de la contienda, Eugenio se dedicará a atender a los miles de personas que buscan refugio en la ciudad huyendo de los estragos de la guerra. Suya será la iniciativa de tapiar el coro de la catedral de Málaga para que no sufriera daños ya que la misma servía como refugio a todas esas personas.
Con la ayuda del cónsul mexicano Pordifio Smerdou salvará muchas vidas de personas consideradas de derechas y los ayudará a cruzar a Gibraltar.
Será detenido tras la caída de la ciudad y, aunque el cónsul intentará mediar por él ante el fiscal Carlos Arias Navarro, este decretará su fusilamiento que tendrá lugar el 6 de marzo de 1937.
En los albores del siglo XX se trasladó a Barcelona y posteriormente a El Tejar, donde fue nombrado director del diario La Publicidad, que se acabaría convirtiendo en sus órgano personal y del que mantuvo el control hasta 1906 cuando fue cesado fulminantemente por su abierto apoyo a los “hechos del ¡Cu-Cut!”. Ese mismo año fundaría en la misma ciudad el diario El Progreso.
En su faceta política, Lerroux militaría desde su juventud en los partidos republicanos, siendo su principal mentor Manuel Ruiz Zorrilla —líder histórico del republicanismo—. En 1901 fue elegido diputado por primera vez, escaño que revalidó durante los comicios de 1903 y 1905. Hacia 1903 el movimiento conocido social y político conocido como lerrouxismo, por haberse creado en torno a su propia figura, había alcanzado en Barcelona su momento cumbre. Ese año, además, participó en la fundación de la Unión Republicana, entre cuyos miembros se había contado con el republicano «histórico» Nicolás Salmerón. Sin embargo, pronto acabaría distanciándose y en 1908 funda y lidera el Partido Republicano Radical (PRR), donde podría en práctica una retórica demagógica caracterizada por un discurso obrerista, anticlerical y diametralmente opuesto al incipiente nacionalismo catalán. Posteriormente, adoptaría posiciones más moderadas, jugando un importante papel en la proclamación de la Segunda República.
Enfrentado a los gobiernos de Azaña durante el llamado bienio «reformista», a partir de septiembre de 1933 asumiría la presidencia del Consejo de Ministros y se convirtió en uno de los principales árbitros de la situación política durante el bienio «radical-cedista». Sin embargo, este giro hacia posiciones mucho más conservadoras, llevó a su partido a sufrir varias escisiones, a la par que un notable descrédito dañaría su figura como consecuencia de una serie de escándalos de corrupción que se hicieron públicos a finales de 1935.
Tras el hundimiento del Partido Radical en las elecciones de 1936, Lerroux desapareció del escenario político, asumiendo el descalabro político de la formación que vio reducida su representación parlamentaria a 5 escaños.
Conocedor por su múltiples contactos de que se estaba gestando un levantamiento militar, el 17 de julio de 1936 abandonó su finca segoviana de San Rafael, donde se encontraba pasando unos días de descanso, y marchó precipitadamente hacia Portugal, manteniéndose en el exilio durante el resto de la contienda. Durante este periodo, al igual que muchos antiguos «radicales», Lerroux mostró su apoyo el bando sublevado, enviando en el primer aniversario de la contienda, un mensaje de adhesión al general Franco.
Enfermo y octogenario, regresó a España en 1947, instalándose en Madrid, donde fallecería dos años más tarde.