Nacido en el seno de una familia tradicional de Luque en el año 1878, Ciriaco Cascajo Ruiz era el coronel comandante militar de Córdoba cuando se produjo el alzamiento con el que dio inicio la guerra civil.

Tras su paso por la academia de Artillería, desempeñó su labor durante un tiempo en el ejército de África, para volver más tarde a la Península donde en su hoja de servicios constarían los prestados en octubre de 1934 en la cuenca minera de Peñarroya-Pueblonuevo donde sería el encargado de sofocar la huelga obrera y reprimir los posibles levantamientos revolucionarios.

El 18 de julio de 1936, una vez recibidas instrucciones del general Queipo de Llano, proclama el estado de guerra en Córdoba y provincia. Comenzaron las primeras adhesiones y tras un primer momento de incertidumbre, la comandancia de la Guardia Civil, que mediante una hábil maniobra había quedado bajo el mando del oficial Luis Zurdo Martín, se unió al bando rebelde. La única resistencia quedaba ya en el Gobierno Civil a cargo de la Guardia de Asalto y un grupo de destacados miembros del Frente Popular. Sin embargo, la defensa organizada por el capitán Tarazona pronto se tornaría inútil y tras abrir fuego de cañón contra el edificio, acabarían rindiéndose, quedando la ciudad al caer la noche bajo el control de los rebeldes.

En enero de 1937 un grupo de artilleros urdió un complot para asesinarle durante una revista militar y tornar Córdoba al control republicano. Sin embargo, tal y como informaba el gobernador civil de Badajoz al ministro de la Gobernación, el plan fracasó y en el cuartel de San Rafael se fusilarían a los 18 implicados que pidieron morir de cara al piquete ejecutor sin dejarse vendar los ojos.

El coronel Cascajo fue la máxima autoridad militar en la provincia durante los tres años de la contienda, llevando a cabo una brutal represión sobre los republicanos de la capital, entre los que encontraba el joven fiscal Gregorio Azaña Cuevas, sobrino del entonces presidente de la República.

Al finalizar la guerra fue ascendido a general de brigada y nombrado gobernador civil de la provincia. Recibió numerosos homenajes, entre ellos ser nombrado Hijo Adoptivo por el Ayuntamiento de La Carlota (título retirado en 2009) o los honores concedidos por el de la capital que tras su muerte el 3 de mayo de 1953, le costeó una lujosa sepultura en cuyo epitafio se le nombraba como “hijo preclaro y predilecto de Córdoba y su más enérgico y decidido defensor”, distinciones ambas que el mismo ayuntamiento tramitaba su retirada, al igual que la inscripción funeraria en el cementerio de la Salud.

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