
Agustín Huelin Gómez nace en Málaga en el seno de una familia con un fuerte vinculo militar ya que tanto su padre como seis de sus hermanos cursarían estudios militares.
En 1919 entra en la Academia de Infantería, de la que sale con el grado de alférez, para posteriormente ascender a capitán de infantería el 6 de septiembre de 1930.
El 18 de julio de 1936, recibida la comunicación de la sublevación del ejercito en el Norte de África y en distintas capitales de provincias, sale del cuartel de Capuchinos al frente de una compañía acompañado del jefe del estado mayor y se dirigen a la comandancia militar para cumplir la orden de declarar el estado de guerra.
La columna transita por la Acera de la Marina donde tiene un enfrentamiento con los operarios del tranvía allí congregados, después del cual se dirigen hacia el Gobierno Civil. La intención de los sublevados es apoderarse del mismo, así como del Ayuntamiento, Telégrafos y Telefónica, siendo rechazados en todos menos en esta última que estuvo ocupada hasta la una de la madrugada del día 19.
Viendo el capitán Huelin que el levantamiento no había tenido el éxito que esperaban, regresan al cuartel de Capuchinos. Allí, después de una acalorada discusión con el general Francisco Patxot, es apresado y enviado a la cárcel de Málaga.
Allí permanecerá hasta que, en una de las famosas ¨sacas de la cárcel¨ que se realizaron en represalia por el bombardeo de los depósitos de combustibles que había en el puerto, es fusilado el 22 de agosto de 1936. Su cuerpo fue arrastrado por las calles y abandonado en la misma durante varios días. No se tiene constancia de que ocurrió después con el cadáver.
En los albores del siglo XX se trasladó a Barcelona y posteriormente a El Tejar, donde fue nombrado director del diario La Publicidad, que se acabaría convirtiendo en sus órgano personal y del que mantuvo el control hasta 1906 cuando fue cesado fulminantemente por su abierto apoyo a los “hechos del ¡Cu-Cut!”. Ese mismo año fundaría en la misma ciudad el diario El Progreso.
En su faceta política, Lerroux militaría desde su juventud en los partidos republicanos, siendo su principal mentor Manuel Ruiz Zorrilla —líder histórico del republicanismo—. En 1901 fue elegido diputado por primera vez, escaño que revalidó durante los comicios de 1903 y 1905. Hacia 1903 el movimiento conocido social y político conocido como lerrouxismo, por haberse creado en torno a su propia figura, había alcanzado en Barcelona su momento cumbre. Ese año, además, participó en la fundación de la Unión Republicana, entre cuyos miembros se había contado con el republicano «histórico» Nicolás Salmerón. Sin embargo, pronto acabaría distanciándose y en 1908 funda y lidera el Partido Republicano Radical (PRR), donde podría en práctica una retórica demagógica caracterizada por un discurso obrerista, anticlerical y diametralmente opuesto al incipiente nacionalismo catalán. Posteriormente, adoptaría posiciones más moderadas, jugando un importante papel en la proclamación de la Segunda República.
Enfrentado a los gobiernos de Azaña durante el llamado bienio «reformista», a partir de septiembre de 1933 asumiría la presidencia del Consejo de Ministros y se convirtió en uno de los principales árbitros de la situación política durante el bienio «radical-cedista». Sin embargo, este giro hacia posiciones mucho más conservadoras, llevó a su partido a sufrir varias escisiones, a la par que un notable descrédito dañaría su figura como consecuencia de una serie de escándalos de corrupción que se hicieron públicos a finales de 1935.
Tras el hundimiento del Partido Radical en las elecciones de 1936, Lerroux desapareció del escenario político, asumiendo el descalabro político de la formación que vio reducida su representación parlamentaria a 5 escaños.
Conocedor por su múltiples contactos de que se estaba gestando un levantamiento militar, el 17 de julio de 1936 abandonó su finca segoviana de San Rafael, donde se encontraba pasando unos días de descanso, y marchó precipitadamente hacia Portugal, manteniéndose en el exilio durante el resto de la contienda. Durante este periodo, al igual que muchos antiguos «radicales», Lerroux mostró su apoyo el bando sublevado, enviando en el primer aniversario de la contienda, un mensaje de adhesión al general Franco.
Enfermo y octogenario, regresó a España en 1947, instalándose en Madrid, donde fallecería dos años más tarde.