Tres años de guerra en Jaén
Atrás iban quedando aquellos aciagos días del mes de julio de 1936, cuando la mayoría de las poblaciones jiennenses vivieron los episodios más cruentos de la guerra civil. Sin embargo, fueron tres largos años de conflicto los que hicieron que la población aprendiera a convivir con el terrible sonido de las bombas, con la llegada de refugiados de las provincias limítrofes, con el miedo a las represalias, con una economía rota… en definitiva, fueron tres años en guerra.
EL FRENTE DE JAÉN
Las acciones bélicas en la provincia
Antes del estallido de la guerra, Jaén era una provincia mayoritariamente agrícola, caracterizada por su producción de aceite de oliva y cereales. Sin embargo, también era un espacio donde las tensiones laborales y sociales estaban a la orden del día. La llegada de la Segunda República en 1931 supuso un cambio significativo, promoviendo reformas agrarias y sociales que buscaban modernizar el país. Estas reformas generaron un fuerte rechazo entre los sectores más conservadores de la sociedad jiennense, lo que sentó las bases para el conflicto que se avecinaba.
El 18 de julio de 1936, el levantamiento militar contra el gobierno republicano marcó el inicio de la guerra. En Jaén, como en el resto del país, la respuesta inicial fue diversa. y aunque la mayor parte de las poblaciones que integraban la provincia, encabezadas por su capital, permanecieron leales a la República , otras, como Alcalá la Real, estuvieron desde el inicio bajo el control del bando sublevado. Esta fragmentación evidenciaba la polarización política que caracterizó a España en aquel momento
Una importante ubicación estratégica
La provincia de Jaén se convirtió en un territorio de vital importancia en el teatro de operaciones de la Guerra Civil. Su ubicación geográfica la hacía clave para el control de la comunicación entre Andalucía y el resto del país. En este contexto, se formó el frente de guerra en torno a las posiciones de ambos bandos. Por un lado, el ejército republicano intentó consolidar su control sobre las áreas urbanas y rurales, mientras que el bando sublevado buscaba expandirse hacia el sur.
Uno de los episodios más significativos ocurrió en la línea de frentes que iba desde la Sierra de Cazorla hasta la Sierra de Castril. A medida que la contienda avanzaba, las fuerzas franquistas, apoyadas por el ejército italiano y la Legión Cóndor alemana, realizaron diversas ofensivas con el objetivo de tomar el control de la ciudad de Jaén, un nudo estratégico para la comunicación y el suministro militar.
Por su parte, la cuenta minera de Linares – La Carolina tuvo una gran importancia en el desarrollo de la guerra civil ya que sus organizaciones obreras, muy concienciadas en la lucha de clases, suministraron abundantes grupos de voluntarios que en las primeras semanas del conflicto bélico partieron sobre todo hacia la provincia de Córdoba integrándose en columnas como la del diputado socialista Alejandro Peris. Su manejo con los explosivos se consideraba de gran ayuda para someter a los sublevados de poblaciones como Baena donde tuvieron un especial protagonismo en el ataque que tiene lugar entre los días 5 y 6 de agosto.
La vida en el Frente
Las condiciones de vida en el frente no eran sencillas. Tanto soldados como civiles experimentaron la brutalidad de la guerra en una región donde los recursos eran escasos y las líneas de suministro frecuentemente interrumpidas. La población civil, en particular, sufrió severamente. Muchos hombres fueron reclutados para luchar en el frente, dejando a mujeres y niños con la responsabilidad de enfrentar la vida cotidiana en medio del caos. Las ciudades y pueblos de Jaén, como Úbeda y Baeza, se convirtieron en refugios temporales para aquellos que buscaban escapar de los combates.
Además del sufrimiento físico, la guerra trajo consigo un profundo impacto psicológico. Los bombardeos y ataques aéreos sobre las áreas urbanas generaron un clima de miedo y ansiedad constante entre la población, que se vio obligada a adaptarse a una realidad insostenible. Especialmente dramático fue el que sufrió la capital a las 17:22 horas del día 1 de abril de 1937 cuando cinco trimotores Junkers de la Legión Cóndor dejaron caer su carga explosiva sobre una población compuesta fundamentalmente por refugiados que no contaba para su protección con defensas antiaéreas. El balance fue trágico: 159 personas perdieron la vida, contabilizándose además 280 heridos. Se habían lanzado 5.150 kg. de trilita cuyos estragos se hicieron notar, sobre todo, en el barrio de San Ildefonso y, de manera particular, en la calle Fontanilla, al inicio de Mesones, donde la bomba arrojada causó 22 muertos,
Ofensivas y contraofensivas
Durante los años de la guerra, el frente en Jaén fue testigo de diversas ofensivas por parte de ambos bandos. A finales de 1936, el ejército franquista lanzó una serie de ataques en el sur de la provincia de Córdoba que culminaron en la toma de importantes poblaciones en la conocida como «campaña de la aceituna». Sin embargo, las fuerzas republicanas lograron detener su avance en la Campiña, manteniendo bajo su control el flanco limítrofe de la provincia jiennense en la línea Lopera – Porcuna – Alcaudete, que se mantendría más o menos estable hasta el final de la contienda.
Es importante destacar la participación de diversas brigadas internacionales que llegaron a España en apoyo a la causa republicana. Estos grupos, compuestos en su mayoría por voluntarios de diferentes nacionalidades, se involucraron en la defensa de la provincia, intentando frenar el avance franquista. Esta solidaridad internacional tuvo un impacto simbólico en el ánimo de los combatientes republicanos, aunque las victorias eran efímeras en un conflicto que se tornaba cada vez más brutal.
El fin de la guerra en Jaén
Con el avance del año 1939, las fuerzas franquistas comenzaron a obtener la ventaja en el frente. La falta de recursos, las divisiones internas dentro del bando republicano y el agotamiento generalizado de las tropas republicanas llevaron a la desintegración del frente en Jaén. En marzo de 1939, el ejército sublevado logró tomar Jaén tras intensos combates, consolidando así el control franquista sobre la provincia.
El final de la guerra marcó el comienzo de una larga dictadura. Un periodo donde la represión política, cultural y social, afectaría a la memoria histórica de la guerra y a las generaciones que vinieron después. La provincia de Jaén, al igual que otras regiones de España, quedó marcada por un silencio impuesto sobre los años de conflicto y la lucha por el reconocimiento de los derechos humanos.
Las consecuencias de la guerra en Jaén fueron devastadoras. La provincia vio una significativa pérdida de vidas y una desintegración de la estructura social que había existido hasta entonces. Las represalias contra los opositores políticos al régimen franquista fueron brutales, con numerosas detenciones, ejecuciones y exilio forzado. Esto dejó cicatrices profundas en la memoria colectiva de la sociedad jiennense.
En el ámbito económico, la guerra provocó una destrucción masiva de infraestructuras y recursos. La agricultura, pilar fundamental de la economía local, sufrió un duro golpe y la recuperación fue lenta y difícil. El aislamiento político y la posterior dictadura dificultaron aún más la revitalización de la provincia en las décadas posteriores al conflicto
El frente de la guerra civil en Jaén no solo fue un escenario de batallas y estrategias militares, sino también un espacio donde se vivieron intensas experiencias humanas y sociales. La memoria de ese periodo sigue presente en la cultura y la identidad de la provincia, que hoy en día busca reconciliarse con su pasado a través de la historia, la educación y la investigación

Linares
Camión blindado por los milicianos

Lopera
Miembros de la columna Redondo

Lopera
Miembros de la XIV Brigada Internacional

Andújar
Imagen aérea de un bombardeo del bando sublevado

Porcuna
Viviendas destruidas por los bombardeos